Cuando se piensa en las regiones productoras de whisky más famosas del mundo, Canadá no es el primer lugar que viene a la mente, pero debería serlo. De hecho, en Canadá se producía uno de los whiskies más prestigiosos del mundo, y está volviendo con fuerza.
En 1939, el Rey Jorge VI fue el primer monarca que visitó Canadá. A su llegada, la pareja real, acompañada por la Reina Isabel, recibió una caja de whisky Crown Royal. Quedaron tan impresionados por la calidad del whisky -elaborado a orillas del lago Winnipeg, en Manitoba- que regresaron a casa con 20 cajas más. Durante décadas, el whisky canadiense fue ampliamente reconocido como "digno de un rey", pero su prestigio se fue desvaneciendo con el tiempo. Eso está a punto de cambiar.
En una reciente presentación de otro socio en Londres, el equipo de Oeno tuvo el placer de conocer a John Cote y Barb Stefanyshyn-Cote, de Black Fox Farm & Distillery. Estos agricultores de quinta generación llevan la agricultura y el cuidado de la tierra en la sangre. También el whisky. En palabras de Barb, adoptan la "filosofía del cultivo al conocedor", cultivando sus propios cereales y supervisando todo el proceso de elaboración del whisky.
"Sólo somos los actuales cuidadores de esta tierra; no somos los propietarios", dice Barb. "Nuestro trabajo es dejársela mejor a la próxima generación".
Su dedicación es innegable, teniendo en cuenta que han acumulado más medallas de oro que ninguna otra destilería canadiense en los últimos años. Su secreto reside en un grano especial, el triticale, y en el proceso de envejecimiento. El triticale es un híbrido de trigo y centeno muy poco común en el mundo del whisky.

Además, su whisky se envejece al aire libre, donde las temperaturas oscilan entre los 40 grados bajo cero y los 40 grados centígrados. Esta variación extrema crea una intensa presión dentro de las barricas y da como resultado un carácter especiado pero delicado, maravillosamente equilibrado con un largo final y sutiles toques de clavo, canela y cereza.
Ahora tienen la misión de devolver al whisky canadiense al lugar que le corresponde. Pero no les interesa sólo la calidad, pues saben que siempre se puede hacer algo más para cuidar este planeta.
"Cuando uno saborea nuestro whisky, está teniendo un efecto positivo en el mundo", dice John. "Por cada barril de whisky que fabricamos, es como retirar un coche de la carretera en términos de emisiones de CO2 que podemos ahorrar. El plan es seguir mejorando nuestra huella de carbono".
La pareja siente un orgullo admirable por Black Fox: "Nos consideramos una de las destilerías más reconocidas por la calidad de nuestra producción, la historia que contamos y la experiencia que vive la gente".
De hecho, están tan seguros de su visión que han decidido vender sólo 30 barricas por 15.000 dólares cada una y recomprarlas dentro de siete años a cualquiera que quiera volver a venderlas -si es que quieren volver a venderlas- por 30.000 dólares, sujeto, por supuesto, al cumplimiento de unos términos y condiciones específicos. Si le interesa, Oeno es el único lugar donde puede comprarla porque acaba de asegurarse los derechos exclusivos de distribución en barril.
Visto en https://squaremile.com/food-and-drink/canadian-whisky-oeno/