Por qué la realeza británica adora el whisky de Jerez desde hace siglos

La aristocracia está loca por él, y ahora puedes tenerlo en tu colección

¿Qué tienen en común marcas escocesas como Glenrothes, Glenlivet y GlenDronach? (Aparte de llevar "Glen" en el nombre...) 

Todos ellos son partidarios de envejecer el whisky en barricas de jerez.  

Bien, abróchense los cinturones para una rápida lección de historia. 

La relación entre Escocia y el jerez se remonta a varios siglos atrás, hasta la década de 1600. 

Cuenta la leyenda que el jerez ganó popularidad en el Reino Unido cuando Sir Francis Drake atacó Cádiz en 1587 y se llevó 2.900 barricas como regalo para la reina Isabel I.  

Esta bebida dulce y potente conquistó rápidamente los corazones de la aristocracia británica, e incluso se ganó los elogios poéticos de Shakespeare en Enrique IV, Parte 2, donde se la denomina "sherris-sack". 

Era la bebida preferida en Escocia y Gran Bretaña, y las barricas llegaban en grandes cantidades desde Andalucía (España) para satisfacer la demanda. 

En el siglo XVIII, el consumo de jerez había alcanzado un máximo histórico. Cada año llegaban a las costas británicas unas 60.000 barricas, muchas de ellas a través de los puertos escoceses de Glasgow y Leith. 

Entonces llegó el boom del whisky en el siglo XIX, y Escocia se encontró ante un dilema: la escasez de robles autóctonos necesarios para fabricar barriles de whisky. 

Pero a los escoceses, siempre ingeniosos, se les iluminó la bombilla. 

¿Por qué no reutilizar esas barricas de jerez vacías? 

Los resultados fueron notables.  

El whisky envejecido en barricas de jerez adquirió una profunda y rica complejidad, transformando el espirituoso en algo verdaderamente excepcional.  

Este método no tardó en convertirse en el patrón oro de la maduración del whisky escocés. 

Hoy en día, esas mismas destilerías -como Glenrothes, Glenlivet y GlenDronach- siguen honrando esta tradición, elaborando whiskies con el mismo cuidado y reverencia que han definido al whisky escocés durante siglos. 

En ningún lugar es más evidente la armonía del jerez y el whisky que en el single malt 1981 de Glenlivet, procedente de las Highlands escocesas. 

Con atrevidas y clásicas notas de jerez, ofrece un seductor laberinto aromático de rico cacao, frutos secos, pastelería mantecosa y un sutil toque de roble. 

Resulta que tenemos una barrica de jerez disponible.  

La familia real adoraba tanto Glenlivet que incluso se embotelló para la boda real de 1981, el mismo año en que se elaboró este whisky. 

Si era lo bastante bueno para Charles y Di, también podría encontrar un lugar en tu colección.

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